Y ellos dos sí que lo hicieron. Llegaron a Independiente casi de casualidad, se destacaron y hoy conforman el plantel del Tolo Gallego que es uno de los protagonistas del torneo Clausura. Son Adrián Gabbarini y Sergio Vittor.
Ambos llegaron al Rojo de una manera insólita. El arquero tuvo la fortuna de que aceptó ir a ayudar al padre de un amigo que iba a hacer un asado para agasajar al entonces plantel de Clausen. Al DT le comentaron que atajaba bien y le dijo si quería ir al entrenamiento del otro día. Gabbarini sacó todo y firmó para el club de Avellaneda. “Si ese día no quería ir a ayudar al papá de mi amigo o estaba cansado, por ahí no estaba acá”, comentó el uno cuando le consultaron sobre su curiosa llegada a la institución.
La historia de Vittor no se queda atrás. El futbolista había quedado libre de Estudiantes y jugaba en la Liga Amateur de La Plata. Su mamá, que se cruzaba en el barrio a Santoro, ex entrenador de Independiente, le contó que tenía un hijo que jugaba y el técnico le dijo que se fuera a probar. El pibe la rompió y hoy es jugador del Rojo.
Dos trayectorias signadas por la suerte, pero también ayudadas por las condiciones futbolísticas de los protagonistas.
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